Monday, April 07, 2008

Friday, October 13, 2006

Thursday, August 24, 2006



SIGNO DE MUERTE

I
Cuando techo y bóveda
se encuentren
habremos partido
casa adentro
rodando infinito
con la cruz del Sur
en las suelas.

II
El Camino se esparce
se contrae allí
al alero de lo creado
pisando interioridad
que viaja
en busca de los colores sagrados
del orgasmo de las aguas.
A un palmo de luz
se ven
las primeras cruces
las segundas nalca
y el miedo de rodillas,
más allá
la iglesia
hinchada de tiempo
se quiere acostar sobre la hierba.

III
La cabellera vegetal
parió las casas
de derramada eternidad
de madera impregnada en muerte
y flores que duermen
sin primavera segura.
Lo alto-bajo
rayo los colores
Añejando la materia
que viaja inaudible
al desdoblamiento de
la forma
haciendo visible lo invisible.

IV
Aquí
yace el alerce
perfumando salina distancia
arbolando juventud rojiza
demarcando geometrías divinas
junto al hombre
que lo vio venir
aire abajo.

V
Aquí donde estoy
se ve la tierra vuelta arriba
y el cielo vuelto abajo.

Aquí donde estoy
el cuerpo carga su ceguera
y las estrellas
se acuestan de espalda.

Aquí donde estoy
las manos cuelgan sus heridas
y la aurora se peina en soledad.

Aquí donde estoy
de arriba hacia abajo
y de tú a tú
la luz se cuela rito de larva.

VI
Más o menos
a la altura del horizonte de los ojos
van las cruces
simetrías llovidas
abrazo posible
parabólicas quilinejas
susurro del mito
secreto del constructor
sienes del difunto
manifiesto vivo
resurrección de los tallos
faro sagrado
segmento marino
huesuda exhalación
de la descendencia cósmica.

VII
Podría ascender mañana
al signo de la muerte
traspasarme de viento
dibujarme de luz aparecida
tintinear mágico
inaudible
brillar de sol en superficie.

Podría adelanterme hoy
al signo de la muerte
morderla de raiz
estrujarla de hueso en adelante
y volar
al beso centro de tu piel
al aroma de amor en tu mirada
y pintar a la muerte
de furia en retirada.

Saturday, August 05, 2006



EPITAFIOS

I

Con el amanecer adentro
y un despojo de angustias,
necesariamente humanas,
viaja,
Juan del Agua,
delator de lunas y peces.

II

Si hubieses tenido
la prudencia parecida a la cobardía
la palabra parecida a lo imposible
y un melón vacío de vino fresco
no habrías acabado
en este acto de deserción.

III

El Yo circula,
se allega a la primera muerte,
el cuerpo estalla
entre equilibrio y distancia
entre germen y dolor.

IV

A ras, siempre a ras,
entre la sensación de arena y grano
se miran las hídras
y evocan nacimiento
en mudanza de rocío.

V

Aquí habita el verbo irregular,
la más grande ironía…
la más secreta y mortal de las yerbas.

VI

Ya tienes la palabra
la cabeza y el sombrero
pero el hombre de los guijarros azules
ya es libre
por invocación divina.

VII

he aquí mis pertenencias :
una hectárea de sol,
la distancia enamorada del mar
la lluvia,
la memoria,
tu sonrisa
y un olor solitario a libertad.

VIII

Vengo
de tomar el paso y encogerlo,
de pequeños fragmentos en la dicha,
de inviernos flacos y chillones,
de aventura en la razón y sí podía.

IX

Cruje la tierra en vertical,
la arcilla clandestina ya es cántaro
de todos los ríos
de todos los lagos,
de todas las lluvias.

X

Otoño de un eclipse robado
no me mires
soy la ausencia
de un invierno eclipsado.

XI

Este fragmento de vida necesita
el aleteo horizontal de tu sonrisa
un ojo de flor en expansión
y un picaflor
besando el color del mediodía.

XII

Perdido el párpado,
el quehacer
y la risa
sobreviene el tiempo
vestido de números
a la puerta de los eneros.

XIII

Otra huella marcha rebelde
sumando fragilidad trascendente
ocultando soles que despojan
niños, guardamundos,
ciegos, iluminados,
siemprevivos,
cristales
y deshechos en pertenencia.

XVI

Al perpetuarse el tiempo
se fugaron las luces
se arrepintieron las sombras
y emergieron fantasmas
en duda y precipicio

XVII

En la plenitud del silencio
donde nutren las aguas
los espíritus tutelares
nutren embriones.

XVIII

Los pájaros reciclaron los sueños,
los peces vaciaron los ojos,
de este último héroe,
que encontró la gloria en el fracaso,
a la hora de incidencias.

XIX

Entraron de mar
se reciclaron de ahogo
desde el tono del oído
hasta el zumbido de los pies

XX

Un cuarto creciente de lluvia
funde cenizas y memorias
descolgadas por herencia
por sumatoria de claridad
en este manifiesto de otoño.

XXI

La negra trashumante,
la del espeso amor ,
la del torbellino conspirador,
la del delator de hojas,
espera el grito de la sombra.

XXII

Aquí, tras el nacimiento
no caven los números,
la música monótona y absurda
se es por ser y sobras
tú y los otros
él de la ventanilla gris
el que cree en no creer
duda
y asiente.

XXIII

Agazapado y a tientas
regentas la tierra
la acuestas, la sangras,
con un gesto de lázaro en desuso,
con un escapulario de habas
y un manzanillón en las heridas.